lunes, 29 de octubre de 2012

Ruby Sparks, buen sabor de boca


(Casi) todos tenemos un vecino amable. Ese que te hace sonreír -al menos durante unos minutos- contándote una historia a menudo insignificante. Pues eso es lo que ocurre con Ruby Sparks.
Leer la sinopsis del film puede provocar prejuicios entre ciertos espectadores. Y es que, Ruby Sparks se centra en un joven escritor falto de inspiración que ve cómo su creación literaria (una muchacha de buen ver llamada Ruby) se convierte en realidad. ¿Lo ves? Probablemente hayas pensado que se trata de una película simplona, una comedia romántica de usar y tirar que podría estar protagonizada por la rutilante estrella hollywoodiense de turno. Pues no.
Ruby Sparks es el segundo largometraje dirigido por Jonathan Dayton y Valerie Faris, que impresionaron a crítica y público con su debut, Pequeña Miss Sunshine. El guión corre a cargo de Zoe Kazan (nieta del director Elia Kazan), que se guarda un goloso rol: el de la Ruby del título. El otro protagonista de la cinta es Paul Dano, pareja de Kazan en la vida real y que también formaba parte del elence de Pequeña Miss Sunshine. Vamos que todo es como si una gran familia hubiera decidido juntarse para una barbacoa y acabaran haciendo una película muy superior a la media.
Sin duda una de las bazas del film es la apariencia “corriente” del protagonista, alejado de los estereotipos de la industria y todos esos galanes perfectos que hacen que las mujeres piensen que sus novios son unos auténticos pringados. Nada de eso, en este caso y puestos a comparar, la gran mayoría de novios saldrán ganando.
Bien escrita, bien interpretada, bien filmada, poco pretenciosa y con ese toque tan “cool” que caracteriza a las películas de corte independiente que nos han llegado recientemente, me resulta difícil sacarle pegas a Ruby Sparks. Y por si todo lo anterior fuera poco, el reparto se completa con secundarios de lujo como Antonio Banderas (¿alguna vez conseguirá desprenderse de su acento?), Annette Bening, Chris Messina y Elliot Gould, que para mí siempre será el padre de Monica y Ross en Friends.   

sábado, 13 de octubre de 2012

Lo que he visto...


He de reconocerlo. Hace mucho tiempo que no piso una sala de cine. Y no es sólo culpa de la subida del IVA -que también-, ahora tengo como amante a una hipoteca que me sale realmente cara (¡menos mal que sólo quedamos una vez al mes!), electrodomésticos que dan desagradables sorpresas… Pero eso no quiere decir que no haya visto películas en las últimas semanas. Nada de eso. Os hago un breve resumen de lo que he “digerido” (tranquil@s ninguna indigestión grave a la vista) recientemente.
1.       Drive (2011). Para muchos críticos la mejor película del año pasado. Hombre, yo no diría tanto, aunque la verdad es que se trata de un thriller diferente a todo lo que hemos visto. Su estética ochentera, ese aire “neo-noir”, sangre a raudales, una historia de amor imposible, una banda sonora a medida… Ingredientes todos ellos que ayudan a moldear una película personal, no apta para los espectadores que únicamente se alimentan de “blockbusters”.  El protagonista es un enigmático joven que trabaja en un taller de coches, además de ser especialista para escenas de riesgo en Hollywood y conductor nocturno que acompaña en sus fechorías a criminales. Sólo alguien como Ryan Gosling podía hacer de una horterísima chupa de cuero (con escorpión bordado en la espalda y que perfectamente podría estar en el armario de cualquier miembro del reparto de “Jersey Shore”) algo “cool”.

      2.   Los idus de marzo (2011). El cuarto largometraje como realizador de George Clooney es un thriller político centrado en las vicisitudes de un joven asesor político (Ryan Gosling, poseedor del don de la ubicuidad) que hace campaña para que el senador Morris (Clooney) sea elegido como candidato del Partido Demócrata para las elecciones de 2004. Un reflejo de la política actual en el que las puñaladas por la espalda están a la orden del día y que, una vez más, nos hace reflexionar sobre lo poco que realmente sabemos acerca de este mundo semejante a una partida de póker, pero de dimensiones descomunales. Un reparto de campanillas y una buena historia a la que tal vez le falte algo más de ritmo.

3.       Temple Grandin (2010). Este biopic producido por la HBO relata la asombrosa historia de Temple Grandin, una mujer con autismo que no dejó que nada ni nadie se interpusiera en su camino y cuyos inventos revolucionaron ranchos y mataderos en todo el mundo. Me gustó especialmente una frase que se repite varias veces a lo largo de la película en referencia a Grandin: “es diferente, pero no menos”. Un personaje inspirador encarnado magistralmente por Claire Danes (pre-Homeland), que ganó el Globo de Oro y el Emmy por su interpretación.

4.       Mientras duermes (2011). El gran Jaume Balagueró está detrás de esta película escalofriante, que me hace alegrarme enormemente de no tener portero en mi edificio. Luis Tosar (esas cejas…¿son de este mundo?) se mete en la piel de un portero que hace “algo más” que entrometerse en la vida de los vecinos. Y como no me gusta revelar “spoilers” no diré mucho más. Algunos momentos surrealistas aparte, buenas dosis de suspense y giros argumentales que dejan a uno…helado. Por cierto, el apartamento de Marta Etura…¿está a la venta? Jeje.

5.        Immortals (2011). Mucha fantasía, efectos especiales de lujo y la mayor cantidad de gente guapa por fotograma que he visto en los últimos meses. En general, un espectáculo visual palomitero para disfrutar a todo volumen, muy en la línea de películas como 300.

6.       Somewhere (2010). Siempre me suelen gustar las películas de Sofia Coppola. Somewhere, la historia de un actor famoso de Hollywood que debe hacerse cargo de su hija de 11 años, se salda con un duelo interpretativo entre Stephen Dorff (que parece haber recuperado el rumbo de su hasta ahora decadente carrera) y Elle Fanning, hermana pequeña de Dakota. La cara más cruda (¿y realista?) de Hollywood.