domingo, 25 de marzo de 2012

Pudieron haber sido estrellas pero… (V)

Hacía meses que no dedicaba un post a esos (aparentemente) prometedores actores que por alguna razón no consiguieron alcanzar el estrellato... Ahí va una nueva entrega:

Freddie Prinze, Jr. La carrera del marido de Sarah Michelle Gellar no parece atravesar su mejor momento. Empezó mejor que bien y se convirtió en ídolo adolescente de la noche a la mañana. Fue noviete de la Love Hewitt en las dos primeras entregas de la saga de Sé lo que hicisteis el último verano (la tercera se estrenó directamente en DVD, sin ninguno de sus actores originales), convirtió a la patito feo de la clase en belleza (lo que viene siendo quitar unas gafas de pasta, soltar el pelo y poner un vestido escotado a una moza) en Alguien como tú y protagonizó películas teen de medio pelo como Chicos y chicas, Vaya partido y Esta chica me pone. La comedia Cómo perder la cabeza no era ninguna maravilla pero entretenía. Su carrera empezó a decaer poco a poco: encarnó al más engreído en la infantil Scooby Doo, protagonizó su propia sitcom –de escasísima repercusión-, dobló pelis animadas… También hizo de “nanny” masculino en un memorable episodio de Friends. En los últimos tiempos ha hecho varios filmes (Jack and Jill vs. the world) y lo hemos visto como Cole Ortiz en la temporada final de 24. Participará en un piloto para la NBC.Helen Slater. La maldición de Superman no es sólo para ellos. Helen Slater saltó a la fama a mediados de los ochenta interpretando a Supergirl -prima del héroe americano por antonomasia- en la producción homónima. El largometraje, totalmente kitsch y repleto de decorados de cartón piedra, no consiguió el beneplácito de la crítica (más bien, lo contrario) y fue un fracaso comercial. Aún así, dio a conocer a la chica, que después protagonizaría películas como La leyenda de Billy Jean (junto a Christian Slater, al que no le une ningún parentesco), la divertida Por favor, maten a mi mujer, la conocida El secreto de mi éxito junto a un Michael J. Fox que atravesaba su mejor momento profesional o Juntos pero no revueltos, que la unió a un jovencísimo Patrick Dempsey, años luz de convertirse en el cirujano con mejor pelo de la tele. En los noventa los buenos papeles empezaron a escasear y la actriz se concentró en Broadway, además de aparecer como invitada en series emblemáticas de la época. En los últimos tiempos también se ha refugiado en la caja tonta y ha interpretado a la madre de Superman (ironías de la vida) en varios capítulos de Smallville.Mary Stuart Masterson. Durante unos años fue una de las actrices más solicitadas de su generación. Talentosa y discreta, hoy día poca gente parece acordarse de esta actriz neoyorquina. Comenzó su carrera siendo muy joven y se dio a conocer gracias a Una maravilla con clase, un clásico ochentero escrito por el gran John Hughes. Después la vimos en películas de relativo éxito como El cielo se equivocó o la infravalorada Casado con eso. Aunque, sin lugar a dudas, su película más conocida es Tomates verdes fritos, donde dio vida a la intrépida Idgie. Otros de sus filmes destacables son el western femenino Cuatro mujeres y un destino (ella era la menos exuberante entre sus compañeras), Benny y Joon, junto a Johnny Depp, Mil ramos de rosas o el thriller Prisioneros del cielo, como la antigua novia de Alec Baldwin. Después de eso ha encadenado tv-movies, series fallidas y películas menores que no han llegado a nuestras pantallas. Una de sus más recientes incursiones ha sido un rol regular en Ley y orden: unidad de víctimas especiales y en 2007 debutó como directora con The Cake Eaters, con Kristen Stewart al frente del elenco.

lunes, 12 de marzo de 2012

Intocable, éxito rotundo (y justificado) del cine francés reciente

Podía haber sido un drama lacrimógeno con tufillo a tv-movie. Pero Intocable es todo menos eso. El film, dirigido por Olivier Nakache y Éric Toledano, gira en torno a la inesperada amistad que surge entre un millonario tetrapléjico (François Cluzet) y su asistente, un humilde joven de origen senegalés recién salido de prisión (Omar Sy). Basada en la historia real de Philippe Pozzo, que se quedó tetrapléjico practicando parapente, Intocable ha arrasado en la taquilla gala, convirtiéndose en un auténtico fenómeno de masas. Muchas veces, el boca a boca supera, con creces, a cualquier campaña de marketing.
Las grandes dosis de humor, especialmente de la mano del personaje interpretado por Omar Sy, un rudo macarrilla de buen corazón y arrollador ingenio que se mete al espectador en el bolsillo en los primeros cinco minutos de metraje, constituyen uno de los mayores atractivos de esta película. La palpable química con su partenaire, un millonario culto harto de que los demás se compadezcan de él, atraviesa rápidamente la pantalla atrapando a un espectador que a priori no tiene porqué saber qué tipo de película le espera. Los personajes secundarios también aportan momentos cómicos, complementándose perfectamente con los antagónicos protagonistas. A Omar Sy no lo conocía, pero François Cluzet es uno de los actores más populares del cine francés y lo hemos visto en películas como la genial Pequeñas mentiras sin importancia o No se lo digas a nadie, ambas de Guillaume Canet; también lo recuerdo como ladronzuelo de poca monta en French Kiss.

Eso sí, las abundantes y escandalosas carcajadas escuchadas en la sala no deberían hacernos olvidar lo duro de una historia que sería mucho más cruda si el personaje principal no gozara de una posición económica acomodada. De hecho, el propio protagonista realiza esta misma reflexión.
A pesar de alejarse del cine comercial más convencional, Intocable es una de esas películas que gustan a (casi) todo el mundo. Su cóctel de ingredientes difícilmente da pie al error: un guión muy ocurrente, interpretaciones excepcionales, una banda sonora pegadiza (que combina música clásica con temas tan “grandes” como September de Earth, Wind and Fire), una dirección cuidada, un “happy end” que es todo lo happy que podría ser… Lo peor: la poco oportuna broma sobre los Kennedy.

Tras el visionado muchos de nosotros nos preguntamos: ¿valoramos como es debido nuestra vida? Lamentablemente, lo de relativizar no es algo que se nos dé bien a todos.