Un sinfín de pequeñas tragedias pueden arruinar la que prometía ser una placentera jornada cinematográfica: que un hombre altísimo se siente delante de ti, que las palomitas contengan bastante más sal de la deseada, que tu acompañante sufra continuos ataques de tos, que tengas que colocarte las abominables gafas de 3D sobre tus gafas graduadas (¿?)… Pero, para mí, la tragedia más grande (cuando estoy en una sala de cine, claro) es no poder disfrutar de los tráilers, que a menudo son mejores que las propias películas de las que derivan. Son mi “guilty pleasure”. Pues bien, con un divertido -y pelín marciano- tráiler descubrí hace un par de meses la cinta argentina El hombre de al lado. Ganadora de multitud de premios internacionales y nominada al Goya como Mejor película extranjera de habla hispana, el film de Mariano Cohn y Gastón Duprat tenía todas las papeletas para ser de mi agrado.
La historia sobre la que se sustenta es aparentemente sencilla y pone de manifiesto, una vez más, que el ingenio vale más que un presupuesto millonario. Leonardo, un reputado y sofisticado arquitecto, que habla idiomas y lleva gafas de pasta de marca descubre que Víctor, el rudo hombre que vive en la casa contigua, quiere construir una ventana en la pared medianera. Este hecho provoca desavenencias entre ellos, así como incontables situaciones hilarantes. También aparecen en escena la estirada mujer y la poco cariñosa hija de Leonardo.
Uno de los grandes pilares de la película es la diferencia de caracteres de los dos personajes centrales, completamente antagónicos. Visualmente atractiva, El hombre de al lado fue rodada íntegramente en la casa Curutchet de La Plata, realizada por Le Corbusier. La verdad es que tanto el exterior como el interior de la misma han despertado en mi envidia más bien insana.
He de reconocer que El hombre de al lado me ha gustado, aunque me he reído menos de lo que esperaba tras el visionado del tráiler promocional. Se trata de una cinta simpática y entretenida que discurre entre la comedia negra y el drama e incluye moraleja final. La labor de los intérpretes también es digna de elogio, al igual que el guión, sencillo a la par que efectivo.
La historia sobre la que se sustenta es aparentemente sencilla y pone de manifiesto, una vez más, que el ingenio vale más que un presupuesto millonario. Leonardo, un reputado y sofisticado arquitecto, que habla idiomas y lleva gafas de pasta de marca descubre que Víctor, el rudo hombre que vive en la casa contigua, quiere construir una ventana en la pared medianera. Este hecho provoca desavenencias entre ellos, así como incontables situaciones hilarantes. También aparecen en escena la estirada mujer y la poco cariñosa hija de Leonardo.
Uno de los grandes pilares de la película es la diferencia de caracteres de los dos personajes centrales, completamente antagónicos. Visualmente atractiva, El hombre de al lado fue rodada íntegramente en la casa Curutchet de La Plata, realizada por Le Corbusier. La verdad es que tanto el exterior como el interior de la misma han despertado en mi envidia más bien insana.
He de reconocer que El hombre de al lado me ha gustado, aunque me he reído menos de lo que esperaba tras el visionado del tráiler promocional. Se trata de una cinta simpática y entretenida que discurre entre la comedia negra y el drama e incluye moraleja final. La labor de los intérpretes también es digna de elogio, al igual que el guión, sencillo a la par que efectivo.
Es una auténtica lástima que el cine argentino no se promocione más en el extranjero y nos perdamos pequeñas películas como ésta entre tanto blockbuster, remake, precuela y secuela.
Al fin y al cabo, que el envoltorio brille más no quiere decir que el regalo vaya a ser mejor. Y en este caso, no existen grandes lazos ni tan siquiera una hortera tarjeta musical… existe ingenio.