De vez en cuando, los actores cómicos deciden aparcar su galería de gestos y tics y apostar por roles más serios y “profundos”. De paso, consiguen el beneplácito de la crítica especializada y llevarse prestigiosos premios que después exhibirán orgullosos en las vitrinas de su(s) casa(s). Hace unos años
Eddie Murphy estuvo nominado al Oscar y se llevó un Globo de Oro por
Dreamgirls y más recientemente,
Sandra Bullock, una estrella más que familiarizada con la comedia romántica cursilona, ganó un Oscar por su papel dramático en
The Blind Side. Ahora le toca el turno a
Ben Stiller, ese actor enrollado y muy querido cuya filmografía se nutre en gran medida de súper taquilleras comedias “made in USA”. El film en cuestión se titula
Greenberg, y aunque no es un dramón de kleenex, es infinitamente más serio e indie que
Zoolander,
Los padres de ella o
Algo pasa con Mary. Su director y guionista es
Noah Baumbach, realizador de películas como
Margot y la boda y
Una historia de Brooklyn. Baumbach está casado con la polifacética Jennifer Jason Leigh, que interpreta un papel secundario en
Greenberg.
Stiller da vida a
Roger Greenberg, un hombre ciertamente inestable que acaba de sufrir una crisis nerviosa. Un tipo peculiar y desaliñado, que escribe sin cesar cartas a entes como American Airlines o Starbucks para expresar sus variopintas quejas. Desde luego, dicho personaje no despertará la simpatía de los espectadores; más bien, todo lo contrario. Roger (un carpintero que pudo haber triunfado en la música) se traslada unos días a la casa de su hermano en Los Ángeles, mientras éste se va de vacaciones a Vietnam. Conocerá a la servicial y agradable asistenta,
Florence, una joven corriente, con la que cualquiera podría identificarse. Ambos entablan una extraña relación llena de altibajos y dudas, muchas dudas.
En líneas generales podría decir que
Greenberg me ha gustado. Pero que nadie se tome dicha frase como una recomendación en toda regla. Estamos ante una tragicomedia un tanto excéntrica, con sabor indie, en la que no pasan grandes cosas; una de esas películas que no agradan a todo el mundo y que jamás copará la lista de las más taquilleras del año. En el film se respira cierta nostalgia musical, ya que el protagonista defiende a ultranza emblemáticas canciones de décadas pasadas.
Es rarísimo, casi chocante, ver a Stiller en este tipo de papeles. El hombre ofrece una excelente y creíble interpretación, pero qué queréis que os diga, para mí su inconfundible rostro siempre irá ligado a la comedia sin pretensiones, género en el que se desenvuelve como pez en el agua. Es un comediante nato y lo prefiero en dicha faceta. A ningún director de casting en su sano juicio se le ocurriría contratar a Stiller para un drama de época o para un film basado en una novela de Shakespeare ¿verdad?
Junto a él destacan la hasta ahora desconocida
Greta Gerwig, auténtica revelación de la película, y
Rhys Ifans –inolvidable Spike de
Notting Hill-, que interpreta a uno de los pocos amigos del complicado protagonista.
Conclusión: si te van los riesgos, no tienes el día para otro predecible “blockbuster” y te apetece ver a un Ben Stiller menos simpático que nunca, decántate por
Greenberg.
La película se estrena el
16 de julio.
2 comentarios:
Me suele gustar ver a los actores cambiar de registro, especialmente cuando no me gustan en su registro habitual.
Aunque en el caso de Ben Stiller más que me guste o no como actor es que no acabo de encontrarle gracia a sus películas. Por lo general, no me río con ese tipo de humor. La excepción sería 'Los padres de ella', que me pareció divertidísima, pero su secuela me dejó más bien fría.
Respecto al filme que nos presentas me da un poco de pereza porque me temo que va a ser muy lento y no hay cosa que me aburra más que las películas carentes de ritmo.
Esta bien saber que Stiller sirve para algo más que para comedias chorras.
La película no es lenta para nada. Reflexiva, eso sí, y muy honda, por decirlo de algún modo, pero no es el típico coñazo lento-pretencioso.
Me ha gustado mucho, aunque a mí también me pasa eso de que la cara de Ben Stiller se presta a imaginar un gag de inmediato.
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